Va a ser tarea difícil explicar en palabras todo
lo que pude sentir el pasado 10 de octubre en la sala Sant Jordi Club de
Barcelona viendo por fin en directo a Morrissey, pues, para empezar, era un
sueño cumplido para mí, después de muchos años. Por cierto, la crónica se ha hecho
esperar más de lo que me hubiese gustado, pero en fin… Más vale tarde que
nunca, que dicen, y era algo que tenía que hacer sí o sí.
Después de una
presentación con videos de conciertos de grupos como Los Ramones, entrevistas,
etc., una miscelánea en la que también tenía cabida la política, cómo no, con
imágenes de protestas en contra de Margaret Thatcher, entre otras, empezó el
concierto, al bajar el telón sobre el que se habían proyectado las imágenes.
Y no pudo
haber un comienzo mejor, con los primeros acordes de “The Queen is Dead”, y la
imagen de la reina Isabel II haciendo un gesto obsceno de fondo. A eso lo llamo
yo empezar pisando fuerte, y eso hizo, llamando a las cosas por su nombre como
sólo él sabe hacer. Después de este
clásico de los Smiths, le siguieron dos temas de su nuevo disco, “World Peace
is None of Your Business”, el cual vino a presentar en esta gira, “The
Bullfighter Dies”, con su crítica a la tauromaquia y “Kiss me a lot”.
Dio muestras
de su marcado sentido del humor y sarcasmo entre canción y canción bromeando
sobre el ébola, preguntando si habíamos oído hablar de él y diciendo que íbamos a
morir todos. También pareció extrañado sobre la forma en que los
españoles pronunciaban su apellido y se le veía hacer muecas extrañas en ciertos
momentos cuando se lo coreaba.
Siguió
desgranando temas de su extensa discografía, intercalando temas nuevos y
antiguos, como otro clásico de su anterior grupo, “How soon is now?”, “I’m
throwing my arms around Paris”, del disco “Years of Refusal” y “Trouble loves
me”, del “Maladjusted”. Uno de los
momentos más especiales de la noche fue cuando interpretó “Meat is Murder”,
con unas proyecciones de fondo en las que se mostraban imágenes del maltrato al
que se somete a los animales para poder servirnos de alimento. Unas imágenes de
lo más impactantes y duras que, acompañadas de la luz roja que teñía todo el escenario,
le daban un aire casi místico, entre la música y lo visual, a la canción. Otro
de los mejores momentos fue con la canción “Speedway”, del disco “Vauxhall and
I” de Morrissey, una de las que contiene el sonido más potente y una letra de las más interesantes. Otro momento especial de la velada fue cuando interpretó “Asleep”, la
última canción del concierto, justo antes del bis, dándole alma a cada palabra
y haciendo que se nos pusiera la carne de gallina a todos.
Derrochó
encanto y dio lugar a alguna que otra anécdota, como cuando, en un momento
dado, al parecer, se olvidó de la letra de una canción. Al principio podía
parecer que dejaba que el público la cantara en su lugar o incluso que
bromeara, haciéndonos pensar que se le había olvidado, pero, al cabo de unos
segundos, no demasiados, dijo, en tono de broma, que no quería cantar más, y
siguió, como quitándole importancia. Una muestra más, creo, de sus tablas en el
escenario, al cabo de tantos años y del sentido del humor que le caracteriza y que tanto me gusta.
Es un líder en toda regla y demostró todo su genio y su carácter sin igual en el escenario durante todo el concierto. Prueba de ello es el fervor que sigue despertando en su fiel legión de
seguidores, entre los que despierta pasiones. Lo demostró especialmente en el
bis, en el que interpretó “Everyday is like Sunday” y en el que un espectador,
como viene siendo habitual desde hace años, consiguió subirse al escenario para
abrazarle y, como también es habitual, fue desalojado del escenario por los
miembros de seguridad. Pero el fin de fiesta fue cuando Morrissey se quitó la
camiseta y la lanzó al público, un gesto también habitual en él y la parte del
público en la que cayó se convirtió en una especie de jauría humana y allí
acabó todo. La camiseta acabó hecha trizas y repartida entre varios miembros
del público, los que pudieron conseguir un trozo, aunque fuera minúsculo, de
ella y puedo decir que ví manchas de sangre en uno de ellos, lo cual puede dar
un ejemplo de lo encarnizada que llegaría a ser la lucha, por lo visto. Se pudo
presenciar todo el fenómeno fan que despierta en varias de sus vertientes,
desde luego. Cosas así, os lo aseguro, no se ven todos los días. Moz, recuerda
siempre que te queremos y no te olvidamos.