miércoles, octubre 22, 2014

Un concierto para recordar





Va  a ser tarea difícil explicar en palabras todo lo que pude sentir el pasado 10 de octubre en la sala Sant Jordi Club de Barcelona viendo por fin en directo a Morrissey, pues, para empezar, era un sueño cumplido para mí, después de muchos años. Por cierto, la crónica se ha hecho esperar más de lo que me hubiese gustado, pero en fin… Más vale tarde que nunca, que dicen, y era algo que tenía que hacer sí o sí.

Después de una presentación con videos de conciertos de grupos como Los Ramones, entrevistas, etc., una miscelánea en la que también tenía cabida la política, cómo no, con imágenes de protestas en contra de Margaret Thatcher, entre otras, empezó el concierto, al bajar el telón sobre el que se habían proyectado las imágenes.

Y no pudo haber un comienzo mejor, con los primeros acordes de “The Queen is Dead”, y la imagen de la reina Isabel II haciendo un gesto obsceno de fondo. A eso lo llamo yo empezar pisando fuerte, y eso hizo, llamando a las cosas por su nombre como sólo él sabe hacer.  Después de este clásico de los Smiths, le siguieron dos temas de su nuevo disco, “World Peace is None of Your Business”, el cual vino a presentar en esta gira, “The Bullfighter Dies”, con su crítica a la tauromaquia y “Kiss me a lot”.

Dio muestras de su marcado sentido del humor y sarcasmo entre canción y canción bromeando sobre el ébola, preguntando si habíamos oído hablar de él y diciendo que íbamos a morir todos. También pareció extrañado sobre la forma en que los españoles pronunciaban su apellido y se le veía hacer muecas extrañas en ciertos momentos cuando se lo coreaba.

Siguió desgranando temas de su extensa discografía, intercalando temas nuevos y antiguos, como otro clásico de su anterior grupo, “How soon is now?”, “I’m throwing my arms around Paris”, del disco “Years of Refusal” y “Trouble loves me”, del “Maladjusted”.  Uno de los momentos más especiales de la noche fue cuando interpretó “Meat is Murder”, con unas proyecciones de fondo en las que se mostraban imágenes del maltrato al que se somete a los animales para poder servirnos de alimento. Unas imágenes de lo más impactantes y duras que, acompañadas de la luz roja que teñía todo el escenario, le daban un aire casi místico, entre la música y lo visual, a la canción. Otro de los mejores momentos fue con la canción “Speedway”, del disco “Vauxhall and I” de Morrissey, una de las que contiene el sonido más potente y una letra de las más interesantes. Otro momento especial de la velada fue cuando interpretó “Asleep”, la última canción del concierto, justo antes del bis, dándole alma a cada palabra y haciendo que se nos pusiera la carne de gallina a todos.

Derrochó encanto y dio lugar a alguna que otra anécdota, como cuando, en un momento dado, al parecer, se olvidó de la letra de una canción. Al principio podía parecer que dejaba que el público la cantara en su lugar o incluso que bromeara, haciéndonos pensar que se le había olvidado, pero, al cabo de unos segundos, no demasiados, dijo, en tono de broma, que no quería cantar más, y siguió, como quitándole importancia. Una muestra más, creo, de sus tablas en el escenario, al cabo de tantos años y del sentido del humor que le caracteriza y que tanto me gusta.

Es un líder en toda regla y demostró todo su genio y su carácter sin igual en el escenario durante todo el concierto. Prueba de ello es el fervor que sigue despertando en su fiel legión de seguidores, entre los que despierta pasiones. Lo demostró especialmente en el bis, en el que interpretó “Everyday is like Sunday” y en el que un espectador, como viene siendo habitual desde hace años, consiguió subirse al escenario para abrazarle y, como también es habitual, fue desalojado del escenario por los miembros de seguridad. Pero el fin de fiesta fue cuando Morrissey se quitó la camiseta y la lanzó al público, un gesto también habitual en él y la parte del público en la que cayó se convirtió en una especie de jauría humana y allí acabó todo. La camiseta acabó hecha trizas y repartida entre varios miembros del público, los que pudieron conseguir un trozo, aunque fuera minúsculo, de ella y puedo decir que ví manchas de sangre en uno de ellos, lo cual puede dar un ejemplo de lo encarnizada que llegaría a ser la lucha, por lo visto. Se pudo presenciar todo el fenómeno fan que despierta en varias de sus vertientes, desde luego. Cosas así, os lo aseguro, no se ven todos los días. Moz, recuerda siempre que te queremos y no te olvidamos.



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